Claudio

Tuve la suerte de cruzarme con Claudio hará cosa de 3 años y reconozco que es una de las personas que más me ha impresionado en esta vida.

Fue mi “Sensei” (maestro) en Tomiki Aikido, un arte marcial tan complicada como apasionante, de la que sólo diré que hay que estudiarla para comprenderla.

“Lo más fácil sería rendirse”

Esa frase me la dijo en un momento en el que estaba bastante decepcionado con mi Aikido y la verdad, hizo que algo en mi interior se despertase. Supongo que eso es lo que distingue a un verdadero Sensei de los demás; son personas con una sensibilidad especial y saben cómo hacer que el resto saque la mejor versión de sí mismos.

Claudio vivió los últimos años de su vida como un auténtico samurái; con la muerte siempre a su lado, disfrazada de ese monstruo implacable y despiadado de horrible nombre: Cáncer. No sólo supo convivir con la enfermedad, sino que hizo que todo su entorno la entendiese y la aceptase. Lo venció una primera vez, pero la segunda no tuvo tanta suerte.

Es difícil describir a alguien tan excepcional y único: Siempre con una sonrisa, con una mirada magnética, poderosa. Dentro del tatami fluía, siendo fuerte y suave a la vez: puro arte. Fuera de él, siempre dispuesto a dar un abrazo, una carantoña o hacer un comentario gracioso, mordaz y divertido.

Claudio tuvo la valentía y determinación de hacer de lo que más le gustaba un modo de vida. Fundó un Dojo, el Daiku Kan (el templo del Carpintero) en Algemesí y su lema fue el mismo que aplicó durante su existencia: Humildad y Respeto.

Cada vez que piso un Tatami, cada vez que la vida me desafía, pienso en él y me siento más fuerte.

Domo arigato gozaimashita, Sensei. .

Claudio Miravet  20 de julio de 1971 – 24 de julio de 2018