No me gusta el café.

Nunca me ha gustado el café, pero digamos que, un poco a la fuerza, me he acostumbrado a tomarlo. En realidad, ¿Sabes lo que más me gusta del café? Que es una droga, como tantas otras, con la peculiaridad de que, socialmente, esta droga está más que aceptada. Todo el mundo dice que sí a una invitación a consumirla: 

– ¿Quedamos a las 16 en el bar de bajo de casa para un café? 

– ¡Perfecto! Nos vemos allí 

Muchos negocios, decisiones importantes o incluso el rumbo de una nación se decide con un café de por medio: 

– Eso lo arreglamos tomando un café, ya lo verás. 

¿No te das cuenta? ¡Es increíble!
Los adictos al café lo toman a todas horas; nada más levantarse, a media mañana… Y así, cafelito a cafelito, van todo el día puestos, tío, como koalas. Seguro que si se hace un estudio sobra la cantidad de café que consume una persona en España fliparíamos, pero eh! No pasa nada, porque el café mola. ¡Si hasta el guaperas de Clooney lo anuncia en la tele! 

Esta moda no es nueva, claro, ahora los llaman Brewers o algo así. Es gente que se dedica a buscar una buena materia prima, a ponerle agua de la mejor calidad, encontrar el punto de tueste perfecto y… ¡Voila!! ¡Material de primera! rollo Walter White pero con café en vez de metanfetamina. Una locura. 

El café te acelera, te pone a tono, te carga las pilas. Es algo como la cocaína o el speed, pero más light. Y si crees que exagero, prueba a levantarte a las 3 de la mañana, por ejemplo, beberte un café como el que bebe un vaso de agua y vuelve a acostarte tan tranquilo, ¡a ver si tienes huevos a dormirte!

PD: Gracias, Tío Berne, por la inspiración.

Foto: funkcoffeefood

A nadie le importa

Fuma. Fuma como un carretero. Fuma como un carretero y come pipas, y creo que así sobrevive. Tiene los colmillos dorados y se recoge el pelo con un pañuelo colorido que, para nada, hace juego con el delantal y falda larga que lleva. 

Vive en una planta baja oscura y gris, en un barrio humilde y viejo, junto con a saber cuántos de los suyos. Habla a gritos, se ríe a gritos y lamenta gritando, todo lo hace así. 

Se vino aquí a buscarse la vida, a ganársela, pero mientras tanto busca en los contenedores y pide en las puertas de los supermercados. No se lo montan del todo mal, se van turnando; ponen a las más jóvenes, a las embarazadas o a las que tienen bebés, los hombres nunca piden. Cuando no están pidiendo se reúnen en masa en plazas o parques. El agua que beben la cogen de las fuentes de allí. 

Cuando la veo me pregunto cómo (y cuánto) de putas la pasaba en su país para haberlo dejado todo atrás y venir aquí a esto, a practicar la supervivencia pura y dura, aguantando miradas de odio, de lástima o lo que es peor; aguantando pasar desapercibida entre una mar de gente, como si se tratase de un fantasma, de una sombra o de una colilla como las que exprime con ansia. 

Puede que algún día se vaya, o que se muera, o que regrese a su país. Ella se irá o desaparecerá y luego vendrán más. No importa; a mí no me importa (ni a ti). La realidad es que a nadie le importa. Todos tenemos bastantes problemas, el país tiene muchos problemas y su país más todavía. Estamos muy ocupados pensando en nuestras cosas, en las cosas de las personas del primer mundo.

Foto.