La Faraona.

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A los 13 años Sheila, ante la pregunta que le hizo su madre: 

_¿Pero tú quien te crees que eres, la reina de tus amigos? 

 Contestó: 

_ No; yo soy la FARAONA de mis amigos. 

Esa fue una de las discusiones más épicas que escuchamos (En los edificios las paredes son de papel y ellos chillaban como si estuvieran solos en el universo) Después también dijo que ella se había dado cuenta que:

 _ O te comes el mundo, o el mundo te come a ti. 

Seguramente habría escuchado la frase de algún chulito con moto, flequillo y granos en la cara que a su vez había escuchado esa frase a saber dónde. Frase cuyo significado era imposible que entendiese, pero que quedaba de la ostia decirlo entre sus amigos. 

Sheila se dedicaba a dos cosas: Los fines de semana, a desaparecer; bares y discotecas principalmente. Entre semana, a seguir discutiendo en casa mientras iba cambiando de novio cada dos por tres. Cuando pensábamos que no tenía remedio, se sacó un título (no se cual), encontró un trabajo, y se fue. Quizás ese fue su plan durante todo el tiempo que permaneció en esa finca; salir de ella algún día. 

Años después Sheila volvió a casa, parece ser que algo salió mal y tuvo que regresar con su orgullo entre las piernas. Regresó al punto de partida -como si no se hubiera ido- sólo que con bastantes años (y kilos) de más. Ahora sigue discutiendo entre semana, y sigue saliendo, pero menos. Y ya no es La Faraona, sólo es una más, que se ha dado cuenta que la vida, no era como imaginaba a sus 13. 

Parece ser que finalmente ella no pudo comerse el mundo; el mundo se la comió a ella y casi sin masticar.

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